WH COGHLAN – Diseño funcional al barrio y sin estridencias.

Por Inés Álvarez – ARQ Clarín

El Estudio Aisenson propone un conjunto de usos mixtos que estimula la vecindad a través de una escala amigable con el entorno, áreas de encuentro y una materialidad simple y efectiva.

A pasos de la avenida Balbín, en el cruce entre Núñez y Washington, se encuentra en construcción WH Coghlan, una obra que reúne residencias, amenities y locales comerciales a partir de una propuesta del estudio Aisenson y con la promoción de la desarrolladora Saltum.

El proyecto no será un edificio más en la zona. Por el contrario, llama la atención por corporizar la respuesta a una demanda amplia y creciente de viviendas, estudios apto  profesional, locales y cocheras; tipologías que se vinculan a un patio común accesible desde la calle y que genera una cierta curiosidad al transeúnte.

“Hicimos el proyecto en continuo contacto con la desarrolladora”, reconoce el arquitecto Hernán Araujo, jefe de proyecto. “No solamente en temas referidos al diseño y al programa, sino también en cuestiones constructivas como, por ejemplo, si las columnas deberían ir apeadas o no. Desde la desarrolladora nos fueron  dando pautas de economía bien entendida, para que el proyecto las incluyera y no hubiera que resolverlas después”, detalla. 

Satisfacer los  parámetros del negocio inmobiliario y, al mismo tiempo, generar un espacio interior abierto fue uno de los desafíos del emprendimiento. La propuesta debía conformar un lugar vivible que además fuera  percibido por el entorno como algo de calidad y revitalizador de la zona. Araujo define como un acierto “que ese patio, que es la propuesta más propia del proyecto, conforme un sitio ameno que además se ve desde el exterior a través una entrada independiente del hall, adyacente a él”.

Desde el inicio, el programa consistió en la integración de locales y viviendas. Incluso, “en un momento dado se habló de que en el ala  sobre la calle Washington se construyeran oficinas, pero se decidió que fueran alternativamente oficinas o estudios para darles mayor flexibilidad”, recuerda el arquitecto. Esta versatilidad quedó garantizada a través de un núcleo que incluye un ascensor más grande que abastece a esa tira de unidades, las cuales mantienen una independencia del resto del edificio.

El conjunto se compone de un cuerpo bajo que toma la esquina extendiéndose con un basamento comercial sobre Núñez mientras que los accesos se sitúan sobre Washington.

Fue pensado como un edificio amigable con su entorno, como un aporte de continuidad con la trama barrial. Para los autores, WH Coghlan resulta una contribución al continuo proceso de consolidación del barrio, donde las viviendas individuales van dando paso a edificios de baja altura y plantas bajas de uso comercial.

Cuenta Araujo que el edificio surge de la codificación que permite una altura de planta baja, cuatro niveles y un retiro. “Se hizo inclusive después de calcular el fondo libre, porque queríamos que la planta abrazara a un patio central que ventila las viviendas a dos frentes”. A pedido del desarrollador, los núcleos puentean hacia las viviendas de adelante y permiten una eventual expansión de los locales hacia ese patio.

En efecto, la resolución volumétrica en tres cuerpos permite generar una calle interna donde se resuelve la ventilación e iluminación natural y que, a su vez, le da carácter al edificio con la generación de un microclima interior de fuerte presencia. Sin embargo, este no es el único rasgo distintivo. En el hall, una bajada de un metro permitió generar en planta baja una tira de monoambientes con grandes patios al fondo. Así,los locales alcanzaron una altura considerable con entrepisos al tiempo que el hall toma una altura y media que le da jerarquía. Por debajo, dos subsuelos se desarrollan para cubrir las necesidades de los habitantes del conjunto y con destino comercial, este último con acceso exclusivo.

Como remate, la terraza se diseñó con el concepto de “quinta fachada” en contacto con el cielo y los árboles del barrio. Allí se albergaron la piscina, el solárium y el gimnasio. 

Por otra parte, una materialidad sencilla pone en primer plano la funcionalidad de la morfología. Hierro pintado de negro, hormigón visto y vidrio protagonizan el exterior y se replican en los interiores, donde se combinan con madera, lo que les suma un efecto natural y amigable.

“Es una arquitectura no rimbombante. No pretende ser original, pero respeta correctamente las cuestiones del tejido urbano, las proporciones y la materialidad acorde al espíritu de la obra, lo que me parece que le da una imagen cálida y de calidad”, concluye Araujo.


Diario: ARQ Clarín
Fecha de publicación:  03 de Noviembre de 2021.

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